© Dr. José A. Callejón
Redifusión de artículo publicado en The Bumblebee Times
https://bumblebeetimes.wordpress.com/2024/08/19/la-caza-indecente-de-focas-bibliografia-solidaria-con-las-focas-y-en-contra-de-una-practica-oscura-y-cruel-de-nefasta-repercusion-medioambiental/
Me dirijo a ti con profunda preocupación, motivada por la cruel práctica de caza de focas que se lleva acometiendo en algunos países desde hace siglos, y que causa tanto sufrimiento innecesario a estos animales majestuosos y vulnerables, hoy en peligro de extinción.
Es desgarrador imaginar tan solo la violencia con la que las focas son asesinadas a golpes en nombre de la industria de la piel, práctica que no solo es inhumana, sino que también representa una grave amenaza para la conservación de esta especie, y que se convierte en un asunto de máxima urgencia medioambiental.
Las focas han sido objeto de una brutalidad inimaginable que ha despertado la compasión de aquellos que nos preocupamos por la vida animal en nuestro planeta. Porque dicho acto de crueldad despiadado contradice los valores humanos de compasión, respeto y empatía.
Esta práctica se remonta a miles de años, cuando comunidades indígenas en regiones como el Ártico y la costa del Atlántico de América del Norte dependían de las focas como fuente de alimento, ropa y materiales para la construcción de refugios. Estas comunidades, como los inuit, cazaban focas de manera sostenible, respetando el equilibrio natural.
Sin embargo, a partir del siglo XVIII, la caza de focas se industrializó, impulsada por la demanda de productos como la piel, la carne y la grasa. Y durante el siglo XIX, la caza comercial de focas alcanzó su auge, especialmente en el Atlántico Norte, donde las focas grises y las focas de puerto se convirtieron en objetivos principales. Las pieles eran especialmente valoradas en la moda europea, mientras que la grasa se utilizaba para producir aceite.
A medida que la demanda crecía, también lo hacían las prácticas inhumanas. Las focas eran cazadas en grandes cantidades, a menudo en condiciones brutales. La caza comercial generó un mercado mafioso, donde la ilegalidad y la falta de regulaciones permitieron la explotación de estas especies. Países como Canadá y Noruega han sido históricamente grandes cazadores de focas, mientras que otros países, como Rusia y algunos de la Unión Europea, también han participado en la caza o han importado productos de foca.
Es vergonzoso tener que decir que la caza de focas es un recordatorio sombrío de la capacidad destructiva y despiadada de la humanidad. Mahatma Gandhi decía que «la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que tratamos a nuestros animales.»
Puestos a citar, cabe recomendar a colación de dicha reflexión, varios libros comprometidos contra una práctica indecente de repercusión medioambiental nefasta:
• En Animal Liberation, Peter Singer expone la urgente necesidad de cambiar nuestra actitud hacia los animales y poner fin a las prácticas que les infligen sufrimiento innecesario, como la matanza de focas a garrotazos, de una crueldad injustificada.
• En Dominion: The Power of Man, the Suffering of Animals, and the Call to Mercy, Matthew Scully aborda la relación entre los humanos y los animales, destacando la importancia de mostrar misericordia y compasión hacia todas las criaturas que comparten nuestro planeta.
• En The Inner Life of Animals, Peter Wohlleben nos invita a explorar la rica vida emocional y social de los animales recordándonos que no estamos solos en este mundo y que debemos coexistir de manera respetuosa con todas las formas de vida.
• En The Case for Animal Rights, el filósofo Tom Regan argumenta que los animales son seres que poseen derechos inherentes, independientemente de su utilidad para los humanos. Al matar a las focas a garrotazos estamos violando directamente estos derechos básicos. Regan denuncia la brutalidad con la que se lleva a cabo esta práctica, calificándola como un recordatorio impactante de la capacidad destructiva y despiadada de la humanidad.
• En Marine Mammal Biology: An evolutionary approach, A. R. Hoelzel no se centra exclusivamente en la caza despiadada de focas, sino que proporciona información muy valiosa sobre la biología y el comportamiento de los mamíferos marinos, lo que es fundamental para comprender las implicaciones de su caza.
• En The Ethics of What We Eat: why our food choices matter, Peter Singer y Jim Mason exploran cómo nuestras elecciones alimentarias y de consumo tienen un impacto directo en el sufrimiento de los animales. Al matar a las focas a riesgo de extinguirlas, estamos ignorando su derecho a existir de forma pacífica en su entorno natural. Esta falta de respeto por la vida de otras criaturas refleja una desconexión profunda de nuestra propia humanidad y empatía.
• En The Seal Hunt: Cultures, Economies and Legal Regimes, Nikolas Sellheim alarma con su narrativa antropocéntrica sobre la dimensión humana de la caza de focas. Si en una primera parte del libro expone el valor sociocultural de las focas, en la segunda explora el régimen de la Unión Europea (UE) para la caza de focas criticándolo desde múltiples ángulos.
La crueldad hacia las focas sin ninguna ética ni humanidad acarrea además repercusiones nefastas en el equilibrio de nuestros ecosistemas y comprometiendo el futuro de nuestro planeta. Las focas, criaturas inteligentes y sociales, son parte integral de los ecosistemas marinos. Sin embargo, la caza comercial ha llevado a muchas especies al borde de la extinción. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha documentado la disminución de las poblaciones de focas, lo que plantea serias preocupaciones sobre la sostenibilidad de esta práctica.
Según datos recientes, se estima que cada año mueren miles de focas a manos de los cazadores poniendo en peligro las poblaciones de estas especies.
Afortunadamente, hay ejemplos de países que han adoptado medidas decisivas en contra de esta barbarie. Rusia, por ejemplo, ha prohibido la venta de carne, pieles y grasa de focas, enviando un mensaje claro sobre la necesidad de proteger a estas criaturas. Este tipo de acciones restrictivas no solo son admirables, sino que también sientan un precedente para que otras naciones reconsideren sus prácticas de caza.
Según una investigación realizada por World Wildlife Fund (WWF), la población de focas leopardo en el Mar de Bering ha disminuido en un 70% desde 2005. Además, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) ha calificado a varias especies de focas como en peligro de extinción o en peligro crítico de extinción debido a la caza.
La caza de focas también afecta a la cadena trófica marina. Las focas son depredadoras importantes que controlan la población de presas, como peces y crustáceos. Cuando las poblaciones de focas disminuyen, las presas pueden aumentar en número, lo que puede tener consecuencias negativas en el equilibrio del ecosistema.
Es crucial tomar medidas urgentes para proteger a estos animales y garantizar su bienestar. No puede ser que países como Canadá, Groenlandia o Namibia justifiquen su permisividad con motivos culturales o tradicionales.
Quiero además insistir en que la caza de focas a garrotazos no solo es una atrocidad contra estas criaturas marinas, sino también un reflejo de la falta de compasión y respeto que hemos mostrado hacia nuestro entorno natural en su totalidad.
La ONU debiera unirse a organizaciones como Greenpeace o World Animal Protection que ya en sus informes han aportado información sobre la caza de focas a nivel mundial, y establecer en equipo regulaciones más estrictas sobre la protección de las focas y el impacto medioambiental. Es fundamental que se reconozca que el bienestar animal y la conservación de la biodiversidad son responsabilidades compartidas.
No se trata solo de un problema local; es un desafío global que requiere una respuesta global contra una práctica mafiosa y criminal que se ve incentivada desde algunos países, desde donde se demandan productos derivados de focas: con su piel se confeccionan abrigos y accesorios, y con su grasa se elaboran productos cosméticos y medicinales. Esto ha agravado la desregulación de la caza haciendo que descienda gravemente la población de focas y poniendo en riesgo la biodiversidad y la salud del ecosistema marino.
Insto a tomar una posición firme contra la caza de focas y a promover el respeto hacia todas las formas de vida en nuestro planeta desde los gobiernos, organizaciones, medios, plataformas, etc. Unámonos para condenar la matanza cruel de las focas.
© Dr. José A. Callejón.
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